domingo, 14 de agosto de 2016

LEGADO ROMANO

La imposición del latín como lengua oficial del Imperio romano se tradujo en la configuración, por primera vez, de un "lenguaje universal" -por supuesto, a la medida del universo entonces más o menos hegemonizado por su civilización- que sirviese de puente y elemento homogeneizador entre culturas de diferente signo lingüístico. Hasta la actualidad, el latín sigue siendo reivindicado por la Iglesia Católica como lengua "urbis et orbis" -textualmente, "para toda la ciudad y para todo el mundo"- y, de hecho, todavía lo utiliza en sus rituales religiosos y en los edictos y proclamas destinados a normatizar la vida de sus seguidores.

De esta expansión del latín derivan, con mayor o menor incidencia, las no en vano llamadas "lenguas románicas"-como el castellano, el francés, el italiano o el rumano, entre muchas otras- que imperan sobre todo en Occidente.
Dentro de esta vigencia general del legado de Roma sobresalen algunos elementos particulares, como es el caso del Derecho Romano, cuyos símbolos arquitectónicos y principios jurídicos están presentes en todos los edificios vinculados con el ejercicio de la justicia -tribunales, juzgados, etc.- y códigos u otras compilaciones y publicaciones de tipo legal, jurídico o legislativo.

Los juristas coinciden en denominar como Derecho Romano al conjunto de normas y razonamientos jurídicos creados por los romanos desde la fundación de Roma, en el año 753 a.C., hasta la obra codificadora llevada a cabo por el emperador Justiniano I en el año 476 d.C., y que los hombres del Renacimiento bautizaron como el "Corpus Iuris Civilis". No existe ninguna obra de derecho o de jurisprudencia que, no mantenga algún vínculo con dicho código. El nacimiento de todo derecho responde a la necesidad de regular los diferentes conflictos sociales. En este caso, el Derecho Romano nació, en principio, del conflicto que acompañó prácticamente a toda la evolución de Roma: el existente entre los patricios y los plebeyos.
En la llamada Ley de las XII Tablas, formalizada en 451 a.C. y que constituye el primer sistema legal unificado para toda Roma, se nota la decisiva influencia del derecho griego ático, con la misma intensidad con que la impronta de la cultura griega está presente en las raíces mismas de la vida romana, tanto política como religiosa. Las tradiciones legales romanas estaban en manos de los patricios, y todos los asuntos relativos al derecho recaían sobre el Pontifex Maximus, que era siempre un patricio. Los patricios aplicaban el derecho pontificial según convenía a sus intereses sectoriales. Como los plebeyos nunca sabían de qué manera iban a ser juzgados, la codificación de la tradición en forma de leyes fue una reivindicación popular. El resultado fue la Ley de las XII Tablas, primer cuerpo legal conocido y estructurado.

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